CAPITULO 1. Campamento base número 1: la educación del talento
El objetivo de la educación es educar el talento de los individuos y las colectividades. No educamos para obtener buenos resultados escolares, sino buenos resultados vitales fuera de la escuela. El talento es la inteligencia triunfante. La función principal de la inteligencia es dirigir bien el comportamiento, aprovechando para ello su capacidad de asimilar, elaborar y producir información. Lo que nos interesa lograr es el gran talento, que nos permite utilizar bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir nuestra acción hacia una vida lograda. Necesitamos un talento flexible, y necesitamos fomentar talentos personales muy maduros. La Universidad de Padres aspira a convertirse en un observatorio que oriente a los educadores sobre el rumbo que toman las cosas. El objetivo de este libro es explicar cómo funciona esa inteligencia práctica, no para detenernos en el conocimiento, sino para extraer de él consecuencias educativas, para gestionar mejor nuestras propias vidas.
Nuestra inteligencia se divide en dos niveles: la inteligencia generadora, matriz de nuestra vida consciente, y la inteligencia ejecutiva, que supervisa, evalúa y dirige la acción. Cualquiera que sea el hábito que deseemos fomentar, podremos referirlo a uno de los dos niveles de inteligencia. Junto a estos dos factores, existe un tercer factor de la inteligencia, los criterios de evaluación (el sistema evaluador acepta, rechaza, bloquea el paso a la acción o actúa tras evaluar las ideas, sentimientos y deseos generados por la inteligencia generadora o computacional).
Los expertos tratados en este capítulo son Robert J. Sternberg, uno de los más reputados expertos actuales en temas de inteligencia; Howard Gardner, autor de la teoría de las “inteligencias múltiples”; y Jerome Bruner, uno de los psicólogos más creativos del siglo XX.